Paso 1
Dar Caricias
Dar positivas y sinceras afirmaciones de afecto
Sentimos amor y el deseo de brindar caricias en muchos niveles distintos: la suave calidez del hijo de nuestro vecino, el aprecio de un viejo amigo, el deseo de unirnos con un amante. Sin embargo, muchas veces esos sentimientos no se expresan.
Antes de comenzar a dar caricias, debemos conocer las reglas básicas para todos los ejercicios de educación emocional:
- Pedir permiso y respetar los límites y sentimientos de los demás.
- Ser sinceros. La sinceridad es un requisito básico para la educación emocional.
- Ser valientes y rebelarnos contra nuestro Padre Crítico.
Pedir Permiso
Cualquier comunicación emocional pude ser una experiencia emocional fuerte.
Durante el entrenamiento para la educación emocional es frecuente ver llorar a alguien al recibir una caricia que deseaba mucho, al oír una determinada pregunta o al oír una disculpa que necesitaba.
Sin embargo, además de la fuerza de las respuestas emocionales, existen otras razones que hacen necesario pedir permiso para hablar acerca de las caricias o de otras cuestiones relacionadas con lo emocional:
- Advertir al otro que está por producirse un acto de comunicación difícil
- Dar los demás la posibilidad de prepararse y disponerse a escuchar
- Permitir al otro que decida si desea sostenerlo en ese momento (la persona puede estar con jaqueca o por rendir un examen y no estar dispuesta a una conversación densa)
Si seguimos estas reglas, nos aseguraremos de que nuestras afirmaciones caigan en un terreno fértil y de que exista la posibilidad de que se produzcan.
Al pedir permiso estamos evitando una posible conmoción, una actitud defensiva, temores y hasta ira por parte del otro.
Además, y lo más importante, quien reciba nuestras caricias tendrá también la oportunidad de elegir. Debemos ser capaces de aceptar los tiempos del otro, ya que quizá no sea el momento, y en ese caso, debemos estar dispuestos a esperar.
Debemos pedir permiso para dar caricias, porque son muy poderosas. Si vamos lentamente y con seguridad, nos preparamos a nosotros mismos y a la otra persona para la respuesta emocional profunda que puede producirse.
Esto se realiza de las maneras más elementales. Cuando uno planea otorgar una caricia o encarar una cuestión emocional, siempre debe preparar al otro, preguntándole si está de acuerdo.
Es necesario darles una idea acerca de lo que uno está planeando decir con un comentario tal como: “¿Puedo decirte algo que me gusta de ti?” o “Me gustaría hablar acerca de algo que sentía cuando conversábamos la otra noche?” o “He estado tratando de disculparme contigo por algo que te dije hace un tiempo”
He aquí algunos ejemplos de cómo pedir permiso:
- “¿Puedo decirte cuál es la cualidad favorita que tú tienes?”
- “He estado sintiendo últimamente algo que me molesta. ¿Puedo contártelo?”
- Hay algo que sucede entre nosotros y que no me gusta ¿Quieres saber de qué se trata?
La educación emocional requiere coraje y podemos asustarnos. Tratamos de comenzar por tareas sencillas: “¿Te puedo decir algo?”, seguido de un pequeño cumplido. A medida que usted se vaya sintiendo más cómodo, se dará cuenta de que cada vez son menos las situaciones que le parecen intimidantes e imposibles de resolver. Usted sabrá cómo generar la ocasión apropiada para decir lo que debe decir.
Muchas personas piensan que estos preámbulos son desagradables. Esto sucede porque lo que hay que decir no es habitual y a veces nos resulta artificial y tememos al ridículo. El discurso emocional suele ser tildado de “cháchara psicológista” y muchas comedian lo hacen blanco de sus burlas. Sin embargo, éstas son rutinas importantes para producir los cambios que deseamos.
Aunque pedir permiso para establecer un contacto positivo o negativo puede parecer algo extraño, la práctica irá disolviendo esta sensación de extrañeza. En algún momento, este ritual de pedir permiso se convertirá en algo natural. Usted estará suficientemente educado emocionalmente como para saber qué situaciones necesitan un permiso formal y cuándo usted puede simplemente ir adelante.
Ser sincero
El hecho es que una capacidad emocional basada en los sentimientos no se puede desarrollar en un entorno de mentiras o de sutil falsedad. Para que las personas puedan confiar unas en otras y adquirir las habilidades que adquirirá en este curso, tienen que comprometerse a ser sinceras.
Una caricia debe ser algo sincero, no algo prefabricado. De lo contrario, crearemos confusión y no seremos productivos.
A medida que nuestros corazones se van abriendo, también lo va haciendo nuestra capacidad de intuición. A nuestra intuición le resulta confuso recibir un cumplido que se presenta como algo sentido y sincero pero que se siente como algo impostado y falso.
Cuando decidimos otorgar una caricia, debemos aseguranos de que sea auténtica. Para algunas personas es sencillo ser sinceras porque saben perfectamente lo que sienten. Para otras, el aprendizaje comienza por allí.
Enfrentarse al Padre Crítico
El principal problema que tenemos para otorgar caricias es nuestro Padre Crítico, que puede actuar como un carcelero, dándonos mensajes desalentadores que nos impiden ponernos en contacto con nuestras propias emociones He aquí algunos de los mensajes que nuestro Padre Crítico nos susurra o nos grita y que nos impiden dar caricias:
- Si la otra persona no la desea, quedaré en ridículo.
- La caricia que tengo no es apropiada, Es torpe. Si lo digo, quedaré como un tonto.
- Parecerá un avance sexual.
- Parecerá una amabilidad falsa ¿para qué arriesgarme)
- Alguien puede pensar que estoy desesperado
- Si soy demasiado emotivo, haré que todos se sientan incómodos y entonces me sentiré molesto. Por ejemplo: si le digo a mi hermana que la extrañé mucho, ella va a llorar, se va a sentir incómoda y yo también. Entonces ambos nos sentiremos estúpidos. Es mejor decir: “Me alegro de verte”, y ya está.
Si tenemos coraje, podremos enfrentar al Padre Crítico.
A medida que veamos el aprecio que despiertan nuestras caricias y comencemos a recibir otras a cambio, nos daremos cuenta de lo negativas que son las reglas de la economía de las caricias. Cuando eso suceda, la voz del Padre Crítico se irá acallando y perderá el poder de inhibirnos.
Con la práctica, esto se va haciendo cada vez más sencillo. Comience de a poco y luego vaya profundizando.
Por ejemplo, Melanie se siente inhibida de otorgar caricias y espera llegar a ser más generosa al respecto. Le gustaría tener contactos positivos con su amiga Janelle, que se está por mudar a New York.
Un día le dice a Janelle que es peinado le queda muy bien
-Deberías usarlo siempre.
Para su sorpresa, Janelle ríe nerviosamente y no responde nada.
- En serio, es perfecto para ti –agrega Melanie,
No obtiene ninguna respuesta.
Melanie se siente herida y decepcionada, ya que se esforzó por dar una caricia verbal sincera, pero luego se da cuenta de que lo hizo abruptamente, sin pedir permiso. Tal vez Janelle tenga problemas con su apariencia y no crea en esa clase de halagos.
Decide entonces que la siguiente vez pedirá permiso. Otro día, cuando Janelle cuenta un chiste realmente gracioso, Melanie todavía riendo dice:
- ¿Sabes algo?
- ¿Qué?
- ¿Puedo decirte algo que me gusta de ti?
- Está bien.
- Creo que voy a extrañar tu sentido del humor. Al menos podremos seguir riendo juntas por teléfono.
Janelle sonríe, con una expresión un poco triste. Finalmente Melanie encontró el tipo de contacto positivo al que Janelle puede responder.
La Poesía de las Caricias
Una caricia debe ser un poema de amor. Puede ser tímida y breve, o grandilocuente y expresiva. Puede ser una sola palabra o un largo discurso, pero siempre debe ser de corazón, esperanzada y sincera. Aunque se trate de una caricia en acción, sin palabras ni contacto físico, una caricia es efectiva porque es un acto de bondad y amor hacia otra persona. Para abrir nuestros corazones debemos examinar nuestras vidas y preguntarnos cuántas veces al día llevamos a cabo esta función básica de la naturaleza humana que consiste en expresar amor a otra persona de manera imperceptible, apasionada, o en algún punto intermedio, ya sea para con nuestra familia, en el trabajo o en la calle. Si descubrimos, como es frecuente, que estamos privando a los demás de nuestro amor, debemos hacer algo al respecto para lograr finalmente una actitud más amorosa.
Paso 2
Pedir Caricias
Pedir las caricias que necesitamos
Recibir caricias es agradable, pero no siempre están a nuestra disposición o a veces las que conseguimos no son las que deseamos.
Podemos pasar años esperando silenciosa y tímidamente saber si quienes nos rodean nos consideran inteligentes, creativos o apuestos. Podemos, también tratar de adivinar si los otros encuentran cualidades en nosotros. Generalmente no lo preguntamos. Obedecemos tanto al Padre Crítico que ni siquiera se nos ocurre hacerlo. Sin embargo, a veces necesitamos pedir caricias. En ese momento debemos decidir qué pedir a quien pedírselo.
Pedir caricias es más arriesgado que darlas.
Nunca podemos estar seguros de que vamos a recibir lo que estamos pidiendo. Es posible que la otra persona no pueda decirnos sinceramente lo que queremos escuchar. Por eso, es más arriesgado aún pedir una caricia específica (“¿Te gusta cómo canto?” o “¿Me darías un abrazo?”) que pedir la caricia, verbal o física, que el otro tenga para nosotros, Por ejemplo:
-Hola. Hoy he tenido un día muy malo. Me incomoda decirlo, pero realmente necesito un poco de apoyo moral ¿Es verdad lo que dijiste acerca del artículo que escribí el otro día? ¿Realmente te gustó? Me siento descorazonado… ¿Crees que soy un buen escritor?
Esa clase de conversaciones normalmente son complicadas, porque prácticamente pedimos al otro que nos mienta por cortesía. Por esto es importante encontrar buenos amigos, un cónyuge o un amante con quien compartir este proyecto. El primer paso para adquirir educación emocional es encontrar a alguien con quien aprenderla
Una vez que usted haya encontrado una persona interesada en un diálogo afectuoso y profundo, puede decirle cosas tales como:
“Acabo de comprar estos pantalones ¿Te agradan? ¿ Te gusta cómo me quedan?
O
“Escribí una carta al editor de periódico. ¿Podrías leerla y decirme si te gusta?
O
“Acabo de tener una conversación con mi hijo adolescente. No estoy seguro de ser un buen padre. ¿Crees tú que lo soy?”
O
“Esta mañana me miré al espejo y encontré algunas arrugas nuevas en mi rostro. Temo que me estoy poniendo vieja y fea ¿Puedes decirme algo que te guste de mi cara?”
O
“ Me estoy sintiendo muy solo en esta fiesta. Todos los están pasando tan bien.. ¿Te gustaría bailar conmigo?”
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